Junto con un grupo de fotógrafos de Camas (Sevilla) y otros cuantos toledanos, disfrutamos callejeando por uno de los pueblos más pintorescos marroquíes. Con sus fachadas y calles teñidas en distintos tonos de azul.
A diferencia de Marerakech, notamos un alto grado de aceptación de los extranjeros (más siendo españoles, debido a su antiguo estatus como protectorado).
Evidentemente, el hecho de intentar fotografiarles les molesta… ¿a quien no? Por ello, respetando sus deseos, vinieron muy pocas fotos con personas.